VIII

Evento es todo aquello que no se puede organizar; encuentro es todo aquello que no se puede prever, tesoro en el fondo de una mar oscuro y tenebroso, con puntos aislados de luz fosforescente, hundido en la arena. La organización de los eventos es una forma de anular el mundo como hallazgo imprevisible, raro y precioso; dar a los acontecimientos el carácter de "empresa", bajo planes de desarrollo, proyectos basados en estadísticas y análisis de tendencias, liquida la capacidad de sorpresa y el margen de maniobra, el coeficiente de imprevisibilidad esencial de las cosas. Uno de los juegos más sencillos, y quizá el más antiguo, el juego del escondite, demuestra un mayor conocimiento de la esencia del encuentro, una sabiduría superior; los participantes, concentrados como si nada más existiera fuera de ellos, saben desde el principio que sólo encontrarán, durante unos breves instantes, lo que está escondido, justo el tiempo impensable, emoción breve, y no puede estar sino oculto, perdido para siempre. El entusiasmo está ligado al hecho improbable, pero real, del descubrimiento de lo inencontrable, momento feliz, regocijo general. Encontrar es perder.

VII

Un mundo múltiple e inmanente, a solas consigo mismo, es difícil de asumir y soportar, muro impenetrable, no responde a nuestras suplicas, guarda silencio ante las cuestiones que una humanidad desconsolada formula sin descanso a través de la historia, en todos los tiempos y lugares. Los encuentros al azar, el vislumbre de una posible relación, siempre aparece bajo el signo de una multitud que no se define en términos de unidad, igualdad o identidad; la pauta de unión rehuye los efectos de una proximidad inducida, una inhibición lateral que malogra las relaciones interiores, de cara a constituir la multitud, y exteriores, dirigidas al encuentro con lo múltiple, y se funda en la soledad más absoluta y la fábula. Una banda de corazones solitarios, frente a un mundo real, mudo y nudo, imposible de identificar, punto de fuga que huye al infinito, no tiene más remedio que generar en respuesta una nube densa de fabulaciones, mitos y transposiciones, a modo de valla de seguridad en precario equilibrio, al borde del abismo, y horizonte de sentido en el que se proyecta, alucinación colectiva.

VI

Un grupo de adolescentes forma un círculo, mientras reina entre ellos una mezcla de nerviosismo y silencio poco habitual, y se pasan unos a otros, como si fuera un ritual de iniciación, una cámara con la que captan instantáneas sucesivas de sus ojos, a corta distancia, planos detalles en posición macro. Cuando el sensor digital llegue al corazón, el cerebro y los intestinos en la vida cotidiana, y no sólo en los quirófanos, atraviese los tejidos hasta las células, rebase la secuencia de aminoácidos, más allá de los laboratorios, y atisbe los átomos en el vacío, el mundo se engullirá a sí mismo como si nunca hubiera existido, reabsorción perfecta de la vida en la materia cósmica. Entonces el hacedor del mundo verá cumplido su sueño, una criatura a su imagen y semejanza, que alcanza un estado de conocimiento de tal magnitud que se separa progresivamente de sí mismo, como una tenue luz alejándose en la oscuridad, hasta que se disuelve y desaparece. La consecuencia directa del principio antrópico, paridad de los medios de conocimiento y el objeto a conocer, es la extinción de los conocedores en lo conocido, retroceso en masa de la humanidad, a través de la evolución del universo, hasta la nada absoluta. El ser vivo que contempla su código genético, anticipa su propia muerte, corre por delante de su sombra.