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VI

Un grupo de adolescentes forma un círculo, mientras reina entre ellos una mezcla de nerviosismo y silencio poco habitual, y se pasan unos a otros, como si fuera un ritual de iniciación, una cámara con la que captan instantáneas sucesivas de sus ojos, a corta distancia, planos detalles en posición macro. Cuando el sensor digital llegue al corazón, el cerebro y los intestinos en la vida cotidiana, y no sólo en los quirófanos, atraviese los tejidos hasta las células, rebase la secuencia de aminoácidos, más allá de los laboratorios, y atisbe los átomos en el vacío, el mundo se engullirá a sí mismo como si nunca hubiera existido, reabsorción perfecta de la vida en la materia cósmica. Entonces el hacedor del mundo verá cumplido su sueño, una criatura a su imagen y semejanza, que alcanza un estado de conocimiento de tal magnitud que se separa progresivamente de sí mismo, como una tenue luz alejándose en la oscuridad, hasta que se disuelve y desaparece. La consecuencia directa del principio antrópico, paridad de los medios de conocimiento y el objeto a conocer, es la extinción de los conocedores en lo conocido, retroceso en masa de la humanidad, a través de la evolución del universo, hasta la nada absoluta. El ser vivo que contempla su código genético, anticipa su propia muerte, corre por delante de su sombra.